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  • Foto del escritorWe See You Magazine

¿Quiénes somos?

Por: Chu Ying Lam


Este artículo fue traducido del inglés*


¿Quién soy yo? Me dirigiría a mí misma como una ciudadana del mundo que está basado en Hong Kong, y por supuesto al mismo tiempo, un hongkonés o un asiático también. Hace dos años, cuando pisé por primera vez el suelo americano como estudiante de intercambio y empecé una estancia que cambió mi vida, fue el momento en que empecé a desarrollar una mentalidad tan "anormal".

La diversidad multiétnica de los Estados Unidos es la principal razón por la que los elegí como destino de intercambio y, ciertamente, no me defraudó en absoluto. Como una típica asiática, tímida y temerosa de hablar en inglés, en realidad no estoy muy acostumbrada a la cultura "demasiado acogedora" de los estadounidenses al principio, especialmente a la interminable parte de "hola cómo estás". Pero poco a poco, cuando empecé a tratar de salir de mi zona de confort, descubrí la razón por la que las personas con diferentes razas y antecedentes religiosos se dividen "naturalmente" entre sí, no por un posible problema de comunicación (al final a nadie le importa realmente cuántos errores gramaticales hayas cometido durante las conversaciones), la gente simplemente se siente demasiado cómoda permaneciendo dentro de sus propios grupos de identidad y siendo perezosa para ajustar sus propios hábitos para llevarse bien con personas de diferentes razas, y por supuesto, temen ser rechazados por personas diferentes a ellos.

Cuando dejé a un lado todo mi miedo, empecé a conocer gente de Oriente Medio, India, África, Corea, Japón, Canadá, Europa y, por supuesto, los habitantes de los Estados Unidos. Tomar una copa y charlar con un musulmán que llevaba el jiyab en la pista de baile, charlar y filmar con parejas canadienses en Perú durante mi viaje a Sudamérica, unirme a la celebración del Día de Gracias de la familia de mis compañeros de cuarto y experimentar la cultura tradicional americana, hacer couch-surfing y hablar de temas globales con mi familia anfitriona durante nuestro viaje al Antelope Canyon (incluso me ofreció un viaje gratis en helicóptero sobre el Gran Cañón), y así sucesivamente. Todas estas conversaciones y comunicaciones significativas me hacen darme cuenta de que las personas, independientemente de su raza y su religión, son fundamentalmente las mismas, sólo que con diferentes culturas y creencias religiosas que nos hacen hablar y vivir de maneras diferentes. Todos tenemos la misma raza, la raza humana. Tal vez un día cuando todos nosotros podamos dejar de lado toda nuestra hostilidad y el miedo a salir para entendernos, la paz mundial podría no ser sólo un sueño.


Darme cuenta de lo grande que es este mundo, moldea mi perspectiva hacia él. No sólo me urge trabajar duro y viajar más, sino también aumentar mi conciencia de las cosas que suceden en nuestro mundo. Todo el mundo podría tener una experiencia tan reveladora, que no le costará mucho, sólo su valor para salir de su zona de confort, y descubrirá lo hermosa que es la diversidad en todo el mundo, independientemente de todo el dolor y las luchas que estamos teniendo ahora mismo en 2020.







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