Por: Katty Yañez Capurro
Ahora voy a contar una experiencia personal. Me llamo Katty Yañez, soy una estudiante Peruana. El año pasado mi familia y yo nos pusimos como objetivo el que yo pueda hacer un intercambio. Lo discutimos y pusimos todos nuestros esfuerzos para que yo pueda viajar a Brasil y tener una experiencia internacional. Todo el proceso fue analizado y planeado, sin esperar que hubiera una pandemia este año. Recuerdo que cuando llegué a Brasil, los contagios solo eran en Asia y Europa, muchos tenían la esperanza que el virus no iba llegar a los países de América, pero llegó. Vivo en una ciudad llamada Chapecó en el estado de Santa Catarina, al sur de Brasil. Tuve un poco más de un mes de clases presenciales, apenas conocí a mis compañeros, conocí muy pocos lugares y pude practicar un poco de Portugues e hice algunos amigos.
La universidad me asignó un apartamento, donde conviví con otros 4 alumnos de intercambio, cada unos de nosotros con una expectativa diferente de cómo sería nuestro intercambio. En total éramos un grupo de dos peruanas y cinco colombianos, considero que éramos un grupo muy animado, nos gustaba salir y hacer muchas cosas. Por ejemplo íbamos a discotecas, bailabamos en la casa y jugábamos juegos de mesa. La cuarentena empezó la primera semana de Marzo, las recomendaciones que dio la prefeitura de mi ciudad fueron que no salgamos de casa y que también usemos alcohol en gel, después cerraron todo y solo se salía con con mascarillas a la calle. Al comienzo de la cuarentena pensamos que iba a durar dos meses, pero poco a poco se fueron nuestras esperanzas, teníamos la ilusión de ir a las cataratas de Iguazú (Foz do Iguaçu) para semana santa o ir a las playas de Florianópolis, pero ninguno de esos planes pudo ser realizado, pero tenernos era saber que había otras 6 personas que pasaban por lo mismo que uno mismo está pasando. Con el paso del tiempo, la cuarentena comenzó a ser más difícil, comenzábamos a hablar sobre nuestras familias y amigos, nuestros planes, nuestros países, la universidad. Los días cambiaron, comenzamos a tener días tediosos, muchas veces nos levantábamos sin ganas de nada y solo vivíamos la rutina, la mayoría del tiempo estábamos en nuestras habitaciones. En particular, yo siempre sentí que podía hablar de lo que fuera con mis compañeros de intercambio y que ellos podían hablar conmigo también, ellos fueron un buen apoyo en esta situación.
Cuando la universidad nos dio la opción de solicitar vuelos humanitarios ninguno lo pensó más de dos veces. Fue muy difícil conseguirlos vuelos humanitarios y tampoco es muy barato. Solo tres de nosotros consiguieron regresar. Y los que quedamos no vemos el momento de ver a nuestras familias. Puedo decir que, si la pandemia no hubiera ocurrido, ninguno de nosotros hubiera tenido tantas ganas de regresar, porque esta es una ciudad maravillosa con gente increíble y con tantos lugares por visitar, solo quedaron los sueños de conocer otros lugares y la cultura.
A pesar de esta situación, estoy muy feliz de haber conocido a personas tan geniales y tener esta experiencia para un futuro, también estoy muy agradecida porque no nos pasó nada durante todo este tiempo. Solo me queda la ilusión de volver a verlos en el futuro y recordar esto como una de nuestras experiencias más extrañas.
Aquí una foto de nosotros en la casa de una familia Brasileña.
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